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sábado, 9 de octubre de 2010

MADAME BOVARY: LA OBRA PERPETUA

"Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda"  Flaubert


Un amigo, al verme tan entusiasmada con la novela de Flaubert, me preguntó: 
-¿Y es que ya te crees Emma Bovary?
Aunque la pregunta escondía algo de burla, me la tomé muy serio. Pensé en la condición del lector, en la identificación absoluta o parcial con los personajes, en ese impulso que lo lleva a borrar los límites entre mundo real-ficción, que lo hace confundir la realidad en que se mueve y lo convierte en una habitante más dentro de ese universo letrado.
Cuando pensé en esto, me di cuenta que sí, que sin sospecharlo, algo de Emma había quedado en mi, algo de aquella mujer soñadora, hedonista, inconforme, reposaba y se fundía con mi ser.  Tan solo que mi respuesta quedó en el vacío...mi amigo ya se había marchado.
Entonces recordé la frase tan conocida que Flaubert solía repetir: "Madame Bovary c"est moi" (Madame Bovary soy yo) . Ahí estábamos los tres: el autor, el lector y la obra, todos haciendo parte de mundos diferentes pero a la vez cercanos. Compartíamos las mismas ilusiones, angustias, deseos, sentimientos...toda esa amalgama de fibras era tan similar, que durante la lectura era imposible distinguir quién era quien.
La obra hacía parte de mi, latía muy dentro. Y poco a poco me fuí entusiasmando con ella... busqué ensayos, películas, leí las cartas del autor, su biografía...hasta que llegué al reconocido libro  de Mario Vargas Llosa "La Orgía Perpetua". 
De este libro de ensayo retomo la mayor parte de los argumentos que circulan en este blog, en especial el apartado "El elemento añadido", ya que por razones académicas he debido profundizar en él. 
Sin embargo, debo advertir que en este espacio no encontraran el mismo rigor académico que el autor peruano nos ofrece en su ensayo. Mi interés aquí es escapar de las paredes del aula y ofrecer en este espacio virtual múltiples acercamientos a la literatura, ya sea desde una imagen, un texto, un video, una entrevista, una opinión, un resumen (porqué no?), con el fin de lograr la persuación en los visitantes, aquel primer paso (tal vez el más difícil) que abre las puertas al vasto universo literario.
Así que no esperen seriedad, ni grandes y profundos análisis literarios estructurales plagados de citas embellecedoras, porque la intención no es esta (sí lo hay, les pido comprensión, es por obligación académica). Aquí encontrarán mucho interés y compromiso con la obra y con la literatura en general, encontrarán una puerta de entrada (trasera) para acceder a ella de otra forma más sencilla, amena y una tanto descomplicada.
Bueno, les doy la bienvenida a todos aquellos que disfrutan de la literatura, a los que con ella rien, lloran, gozan,vibran, sufren, se aterran, se estremecen...Espero que se contagien, se dejen llevar, se apasionen...pues la literatura es ante todo seducción, enamoramiento, contaminación... y de ningún modo control, sometimiento, rigidez formal,  eso se lo dejamos a los críticos y teóricos.
Y mientras estos se ponen los guantes para acercarse a ella, yo los invito al riesgo, a la incertidumbre, a la reflexión y sobre todo, los invito a saltar en este gran abismo letrado, sin paracaídas ni capas voladoras, sin miedo ni prevenciones.
Asumamos el riesgo y desboquémonos en estos abismos oscuros y amenazantes, en donde correremos el peligro de salir de allí completamente transformados.

EL ELEMENTO AÑADIDO
"Pero era sobre todo a las horas de las comidas cuando Emma no podía más, en aquella salita de planta baja, con la estufa que humeaba, la puerta que rechinaba, los muros que rezumaban y la humedad del suelo; era como si en un plato le sirvieran toda la amargura de su existencia, y con los vapores de la sopa, le subían del fondo del alma como otras tantas vaharadas de hastío"    



"El Elemento añadido" es la posibilidad que tiene el novelista de recrear la realidad, jugar con ella, ficcionar ese mundo que observa y vive, volverla "obra estética".
La materia prima fundamental para un escritor es la realidad palpable, aquel decorado lleno de detalles infinitos que sirve de alimento para su ejercicio, aquella masa amorfa que se va moldeando poco a poco con el lenguaje y cobrando vida propia.
Por ello, para logar aquel reflejo exacto, la copia perfecta del mundo real, el artista debe ser un observador consagrado, un detallista empedernido y en ocasiones, un voyeuor profesional. Pero además, debe tener originalidad para "añadir" con mucha delicadeza todas las piezas a aquel entramado artístico. Y para esto Gustave Flaubert era un genio.
Su caso fue excepcional. Obsesivo por la forma, los detalles, el mundo físico, siempre se esforzó por lograr ese efecto "real" dándole prioridad a la materialidad, dejándose llevar por aquel furor descriptivo para retratar lo más fiel posible todas las complejidades, relieves y aristas de aquel paisaje resbaladizo que a muchos se nos escapa.
Este Procedimiento para deshacer la realidad y rehacerla distinta, se logra con el manejo del "estilo", instrumento que permite la adulteración, manipulación y transfiguración de lo real y que hace posible que aquel mundo ficticio tenga un espíritu propio.
La materia, imbuida de la chispa mágica que le otorga el autor, se espiritualiza, se apodera del espacio literario desbordándolo y llenándolo de vida.
Al respecto Vargas Llosa afirma que la palabra en la novela de Flaubert  “se vuelca sobre todo y de todo se apropia (...) universal, caníbal, desborda las barreras e, incansable describe objetos, personas, paisajes, sentimientos, acciones.."

LAS COSAS HUMANIZADAS


"Según su diferente posición social, vestían fracs, levitas, chaquetas, chaqués; buenos trajes que conservaban como re­cuerdo de familia y que no salían del armario más que en las solemnidades; levitas con grandes faldones flotando al viento, de cuello cilíndrico y bolsillos grandes como sacos; chaquetas de grueso paño que combinaban ordinariamente con alguna gorra con la visera ribeteada de cobre; chaqués muy cortos que tenían en la espalda dos botones juntos como un par de ojos, y cuyos faldones parecían cortados del mismo tronco por el ha­cha de un carpintero. Había algunos incluso, aunque, natural­mente, éstos tenían que comer al fondo de la mesa, que lleva­ban blusas de ceremonia, es decir, con el cuello vuelto sobre los hombros, la espalda fruncida en pequeños pliegues y el talle muy bajo ceñido por un cinturón cosido."   FlaubertMadame Bovary
En Flaubert es esencial la importancia de la realidad física y palpable, el mundo de los objetos inertes. Su furor descriptivo, su obsesión por caracterizar las cosas, es prueba de ello. Las emociones, los sentimientos y las ideas generan la impresión de corporizarse, de ganar cualidades que los hacen identificables y palpables con verosimilitud, “Los objetos son arrancados del mundo muerto de lo inerte y elevados a una dignidad superior”. 

Además de ser potenciados y humanizados, se les extrae el profundo simbolismo que albergan en su interior y se les pone a la misma altura que a los personajes. De esta manera, “en M. Bovary el narrador presta a las cosas la misma atención prolija  y respetuosa que se reservaba a los hombres, y les confía funciones que parecían prerrogativas del personaje”; lo cual nos indica que hay un doble desplazamiento, del hombre por el objeto y del objeto por el hombre, los cuales pueden ser sustituidos mutuamente.      
Además de este artificio, tan magníficamente logrado, los objetos son verdaderos portavoces ideologías que circulan en cada clase social, denotando características axiológicas que definen enfáticamente sujetos y grupos sociales: “Pero el objeto en M. Bovary no sólo ostenta características humanas individuales; en determinados momentos reemplaza al hombre como ser sociable cuya naturaleza sólo puede ser determinada en situación, según el lugar que ocupa y las funciones que ejerce dentro de una comunidad de semejantes”.
En este sentido, Flaubert rompe con el tipo de narrador tradicional, el cual efectúa un tratamiento diferente según el caso, para describir objetos o personas. En la novela se rompe este esquema, hombres y cosas terminan en un mismo amasijo indistinto, “Los hombres contaminan a las cosas y las cosas a los hombres”, se desvanecen los límites de lo inerte y lo animado y la obra se va tornando tan vasta como real.
Flaubert, consiguió este efecto de “cosificación” empleando las siguientes estrategias en el tratamiento de la novela:
1. Desmembrar la figura del personaje y describir sólo una parte, omitiendo a las otras.
2. Describir conjuntos de hombres, destacando lo general y compartido (productos de industria: homogéneos)
3. El paisaje interior, de los sentimientos, toma vida, se anima. Se produce una cristalización de los sentimientos.
Lo más importante en este aspecto, es que la novela refleja uno de las grandes dificultades que entraña la modernidad: el individualismo. Cosas, hombres y sentimientos se confunden, se disgregan y pierden su esencia, se convierten en artículos de consumo, intercambiables y masificados.
En este momento se hace identificable la discusión alrededor del concepto de la cosificación, o según Marx, la fetichización de la mercancía. Vale señalar el estudio que de esta idea realiza Lucien Goldmann en su popular libro Para una sociología de la novela, donde plantea que en efecto, en una sociedad en donde la esfera más importante paulatinamente va siendo cedida a lo económico, se genera un desplazamiento de los seres humanos y sus valores intrínsecos para prestar devoción y respeto a los objetos, los cuales son un referente inequívoco y evidente de la clase social a la que se pertenece.

DINERO Y AMOR
"Fue así como los apetitos de la carne, la codicia del dinero y las melancolías de la pasión vinieron a confundirse en un mismo sufrimiento; y en vez de desviar su imaginación de él, aún más se aferraba a su recuerdo, excitándose en el dolor y buscando cuantas ocasiones se presentaban para padecerlo"  
Flaubert, Madame Bovary
En la novela no sólo se confunden hombres y objetos, el amor y el dinero también resultan ligados estrechamente, constituyen un mismo placer. Ema al mismo tiempo que se apasiona por un hombre, así mismo va consumiendo, gastando, comprando cosas para ella y para su hogar. Cuando ama, necesita rodearse de objetos hermosos. Crear un decorado tan suntuoso como sus sentimientos.
En efecto, en M. Bovary se apunta al consumismo como una válvula de escape para la angustia, el recurrir a los objetos para extirpar el vacío que caracteriza la vida del individuo en las sociedades contemporáneas, en las cuales el desfogue de la angustia se da a través del consumo.
Es por esto que el personaje del Mercader, resulta tan interesante en la obra y se erige como un símbolo de la mercantilización y el consumo en la modernidad. Él es el que orienta los deseos de Ema a favor de su beneficio comercial, y lo hace sin consideraciones, de una forma sosegada y ladina, al igual que lo efectúa la publicidad moderna.
 
MADAME BOVARY HOMBRE
"Después, ella examinaba el piso, abría los cajones de los muebles, se peinaba con el peine de Rodolfo y se miraba en el espejo de afeitarse. A veces, incluso, metía entre sus dientes el tubo de una gran pipa que estaba sobre la mesa de noche, en­tre limones y terrones de azúcar, al lado de una botella de agua".


Siguiendo con la identificación de elementos que se invierten, se confunden y se fusionan entre sí, en la obra se puede observar que sus personajes sufren una transmutación de género. El personaje de Ema es el que refleja más fuertemente esta inversión. Su gran drama consiste en que no puede salvar el abismo que hay entre una ilusión fastuosa y repleta de personajes, cosas y sentimientos altivos, de gran factura, y el alcance en la vida real de tales preceptos.
La época dictamina además que a las mujeres les sea más difícil vivir acorde con sus deseos e instintos, pues socialmente se espera de ellas nada más que el llevar a buen término los asuntos del hogar y que se ocupen estrictamente de los vínculos maritales y hogareños. Pensar en una mujer independiente, autónoma y libre era casi que imposible. De verse este tipo de actitudes como una posibilidad para el género femenino, seguramente se generarían una serie de dificultades y obstáculos insuperables que le impedirían a toda costa la consecución de sus deseos. Plantea Vargas Llosa que por ello Emma de vez en cuando asume roles que corresponden sólo a los hombres, para paliar su sed de libertad y dominio.
Su visón sobre los hombres contrasta terriblemente con sus posibilidades reales, los hombres son aventureros, pueden viajar, soñar y actuar con libertad. A la mujer de la época de Bobary por el contrario, le toca resignarse con  la evasión imaginaria  a través de las novelas románticas, ya que la sociedad fálica le coharta las posibilidades de  liberarse.